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La lectura como salvación
por Samuel "Chiche" Gelblung
Todos podemos llevar cabeza de genio o de burro según las fichas que carguemos. No es lo mismo para un cerebro que le “enchufes” veinte libros de historia o filosofía que cuarenta revistas de chismes; no da el mismo resultado leer tres poemas de T. S. Elliot que hojear el suplemento deportivo. Esto no significa un juicio de valor, sino simplemente una ratificación de que la sumatoria de armas para enfrentar la vida dependerá de cómo se inviertan las energías.
Vivir no es una boludez, un “dejarse llevar” porque total “las cartas están echadas”. Vivir implica tomar millones de decisiones, optar por caminos, ser de una manera u otra. La única manera de resolver todas estas operaciones con cierta perspectiva de éxito es apropiarse de cuotas cada vez mayores de conocimiento, un proceso que inevitablemente está asociado (entre otras cosas por supuesto) a la lectura.
¿Cuál es la clave del conocimiento? ¿Para qué sirve quemarse las pestañas leyendo, perder horas de sueño o de joda? Básicamente para abrir caminos en la mente, para “robar” estrategias y argumentos, para ejercitar el cerebro, para adiestrar e incorporar discursos que abren puertas a personajes y ambientes que, de otra manera, permanecerían cerradas.
Hagas lo que hagas, sea cual fuera tu profesión, leer te será útil.
Si uno quiere marcar una bisagra en su vida, tiene que leer, por lo menos, dos libros de filosofía, alguno de dialéctica sobre o de Karl Popper y algo de Hegel o de Marx. Quien se “saltea” a estos autores jamás llega a entender cómo funciona la existencia. Estudiar lo que plantea Karl Popper es fundamental porque el autor explica el mecanismo del pensamiento, porque describe los engranajes de la gente y porque como se diría ahora, “te cambia la onda”. Cuando llega ese inevitable y dramático momento en el que se toma conciencia de la propia finitud, de la escasa dimensión que cada uno tiene en el mundo, la única manera de esquivar la depresión es leer e Popper, un gran optimista que te hace entender por qué cada uno de nosotros “es todo” y por qué esta historia, tu historia, nunca se termina. Popper es un verdadero gurú de la autoayuda, un maestro, ¿o alguien se pensó que Louise Hay o Paulo Coelho habían inventado el rubro?
por Samuel "Chiche" Gelblung
Todos podemos llevar cabeza de genio o de burro según las fichas que carguemos. No es lo mismo para un cerebro que le “enchufes” veinte libros de historia o filosofía que cuarenta revistas de chismes; no da el mismo resultado leer tres poemas de T. S. Elliot que hojear el suplemento deportivo. Esto no significa un juicio de valor, sino simplemente una ratificación de que la sumatoria de armas para enfrentar la vida dependerá de cómo se inviertan las energías.
Vivir no es una boludez, un “dejarse llevar” porque total “las cartas están echadas”. Vivir implica tomar millones de decisiones, optar por caminos, ser de una manera u otra. La única manera de resolver todas estas operaciones con cierta perspectiva de éxito es apropiarse de cuotas cada vez mayores de conocimiento, un proceso que inevitablemente está asociado (entre otras cosas por supuesto) a la lectura.
¿Cuál es la clave del conocimiento? ¿Para qué sirve quemarse las pestañas leyendo, perder horas de sueño o de joda? Básicamente para abrir caminos en la mente, para “robar” estrategias y argumentos, para ejercitar el cerebro, para adiestrar e incorporar discursos que abren puertas a personajes y ambientes que, de otra manera, permanecerían cerradas.
Hagas lo que hagas, sea cual fuera tu profesión, leer te será útil.
Si uno quiere marcar una bisagra en su vida, tiene que leer, por lo menos, dos libros de filosofía, alguno de dialéctica sobre o de Karl Popper y algo de Hegel o de Marx. Quien se “saltea” a estos autores jamás llega a entender cómo funciona la existencia. Estudiar lo que plantea Karl Popper es fundamental porque el autor explica el mecanismo del pensamiento, porque describe los engranajes de la gente y porque como se diría ahora, “te cambia la onda”. Cuando llega ese inevitable y dramático momento en el que se toma conciencia de la propia finitud, de la escasa dimensión que cada uno tiene en el mundo, la única manera de esquivar la depresión es leer e Popper, un gran optimista que te hace entender por qué cada uno de nosotros “es todo” y por qué esta historia, tu historia, nunca se termina. Popper es un verdadero gurú de la autoayuda, un maestro, ¿o alguien se pensó que Louise Hay o Paulo Coelho habían inventado el rubro?
Fuente: Minuto uno ,mi diario preferido en internet